Entre el 27 de mayo y el 2 de junio se desarrolló en Argentina la 19ª edición del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos, FICDH. Con el eje puesto en la identidad migrante y bajo el lema “Raíces en movimiento”, este encuentro audiovisual se desarrolló completamente online.
Como en ediciones anteriores, SIGNIS Argentina estuvo presente con un jurado, en esta ocasión integrado por Elisa Vidal, Ana Mansilla Quevedo y Miguel Monforte. Su labor estuvo ceñida a la sección Competencia Documentales Latinoamericanos. Madre luna, de Daysi Burbano H. (Ecuador) y La vocera, de Luciana Kaplan (México) recibieron menciones de este jurado, que decidió dar el Premio SIGNIS al documental Érase una vez en Venezuela. Congo Mirador, de Anabel Rodríguez Ríos (Venezuela)
El FICDH es organizado por el Instituto Multmedia DerHumALC (Derechos Humanos en América Latina y Caribe), una institución sin fines de lucro constituida a fines de la década de 1990 en Argentina, con la intención de fortalecer el tratamiento y estudio de temáticas relacionadas con los Derechos Humanos en la sociedad civil. El Festival Internacional de Derechos Humanos es el proyecto bastión de esta institución. Este año, por primera vez en su historia, contó con su propia plataforma de streaming para difundir los contenidos audiovisuales del festival, así como sus actividades especiales. Allí se alojaron los 53 títulos de 27 países que conformaron la Selección Oficial este año.
Las justificaciones de los reconocimientos de SIGNIS a documentales latinoamericanos.
Premio SIGNIS
Érase una vez en Venezuela. Congo Mirador, de Anabel Rodríguez Ríos, Venezuela.
Por mostrar el drama de los habitantes de Congo Mirador, un “pueblo de agua” afincado en la parte sur de Maracaibo, la zona petrolera más importante de Venezuela, que corre riesgo de extinción.
En un contexto inmanejable que enfrenta políticamente a los vecinos en una estéril lucha de pobres contra pobres, el espacio dramático cobra extraordinario protagonismo a través de una narrativa clara que muestra protagonistas y antagonistas, esperanzas y desilusiones, apoyada técnicamente en imágenes potentes, de bella fotografía, y con una elaborada banda de sonido que ayuda a su unidad de relato. Congo Mirador, el pueblo de palafitos que va desapareciendo por la sedimentación, es un lugar único, como son únicos sus habitantes. El documental de Anabel Rodríguez Ríos es también un trabajo que hace reflexionar sobre la corrupción, la contaminación y la devastación política que parece no tener fin.
Primera Mención.
La vocera, de Luciana Kaplan. México.
Por mostrar la valentía, la perseverancia y el compromiso de María de Jesús Patricio Martínez, “Marichuy”, la primera mujer indígena candidata a postularse a la presidencia de México. Desde un “nosotros”, Marichuy ayuda a visibilizar y denunciar con serenidad y convicción los atropellos, el olvido y la indiferencia hacia los pueblos originarios y los descartados del sistema.
Segunda Mención.
Madre luna, de Daysi Burbano H. Ecuador.
Desde la lucha de un grupo de madres latinas en Italia, este film denuncia las violencias que atraviesan las familias migrantes al quedar a merced de un sistema que juzga como deficientes rasgos y prácticas culturales diferentes a las que lo rigen, cuando su sola procedencia les excluye de un trato justo. Madre luna expone la tensión que entraña el fenómeno migratorio desde un ángulo necesario y nos deja una tarea pendiente: la de reflexionar sobre un lenguaje humano común y el reclamo irrenunciable de igualdad ante la ley.